pic: @javipec |
Andrea Cartas tachó ayer La Rubia 8c+ en Villanueva del Rosario (Málaga). Fue el final de un proceso largo y a veces complicado en el que ha tenido que sacar lo mejor de sí misma para alcanzar la cadena. “¡No me lo puedo creer! Es lo que he gritado al chapar la cadena de La Rubia. Hoy era el día, fresco por fin, en un segundo pegue que deseaba con ganas, porque a veces, en los proyectos, hay días en los que te atrapa el miedo y no quieres ni intentarlo, y cuando asimilas que eso es parte del proceso, dejas ir tu corazón y todo fluye, y las cadenitas llegan”, anunciaba.
Se trata de la segunda vía de esta dificultad que encadena. La primera fue Cosi fan tutte 8c+ en Rodellar, una línea muy diferente en su recorrido, aunque ambas comparten una característica que la escaladora de Granada, afincada en Madrid, va buscando: su dificultad psicológica.
La Rubia es una vía muy larga de 55 metros en la que “se escala con todo el cuerpo, sobre todo con la cabeza”, nos explica. Abierta por Cristian Lupión, consta de una primera secuencia de 8c antes de llegar a un reposo desde el que se afronta la segunda parte de 8a+ hasta el top. “Es muy psicológica porque aleja mucho entre chapa y chapa y desploma muchísimo. Hay que trabajar mucho con las piernas y el core”. Su encadenamiento ha sido el tercero realizado por una mujer. El primero fue obra de la francesa Carole Palmier en 2015, un año antes de que también lo consiguiera la belga Muriel Sarkany.
¿Cómo te quedas después de un encadenamiento así?
Se puede decir que estoy de resaca, pero muy a gusto. Aunque llevaba mucho tiempo trabajándola, ha sido algo inesperado. Concretamente ayer no pensaba que iba a ser el día. Pero es que muchas veces los encadenes que están tan al límite llegan en el momento en el que menos los esperas.
¿Cómo es eso?
A veces, cuando piensas que tiene que ser ese día el que lo consigas, te metes presión y no sale. Es el día que te relajas y que dejas que todo fluya un poco cuando llega. No es la primera vez que me pasa, soy especialista en meterme en berenjenales que se me van un poco de las manos y que acabo tardando meses y meses en resolver.
¿A qué te refieres?
Te lo voy a explicar con el ejemplo contrario, que son los jóvenes tan fuertes que están saliendo últimamente. Muchos de ellos escalan un noveno en una semana o en dos. Eso está genial, significa que en cada pegue mejoran, pero no saben lo que es tener esa pelea mental y a dónde les puede llevar. Tienes que pegarte mucho tiempo en un mismo proyecto para llegar verdaderamente a tu límite. O incluso traspasarlo que es lo que me ha pasado con La Rubia.
¿Por qué elegiste esta vía?
Fundamentalmente porque tengo poca fuerza. Busco vías en las que no solo influyan las manos o los brazos, sino en la que se tenga que utilizar todo el cuerpo. Es una vía que, en general, puede ir bien a las chicas porque no es solo a bloque, sino más bien de resistencia. Además, Cristian Lupión es toda una referencia para mí. Cuando yo venía hace 20 años a escalar a Villanueva del Rosario veía las líneas en las que escalaban y me parecían imposibles. La Rubia es la línea que más llama la atención del sector después de Chilam Balam.
¿Cómo ha sido este proceso de encadenamiento?
Muy largo y costoso, en primer lugar, porque está a 500 km de mi casa. Empecé a probar la vía en la Navidad de 2017 y vi que tenía bastante buena pinta. Volví en las primaveras de 2018 y de 2019 e incluso me alquilé un piso allí durante varios meses. La estaba acosando, la tenía ya muy cerca, pero vino el calor y empezó a jugarme malas pasadas, sobre todo en el aspecto psicológico.
¿Cuál fue la clave?
Pues acabé haciendo como con la Cosi fan tutte, me fui de viaje a hacer bloque a las Rocklands (Sudáfrica). Necesitaba salir y cambiar de aires. A la vuelta del viaje noté la diferencia y con un mes más de trabajo al final ha salido.
A ver si vas a tener que ir a Rocklandas cada vez que quieras encadenar algo por aquí.
No te digo yo que no, es un plan fantástico que seguramente repetiremos.
¿Cómo fue el día del encadenamiento? Decías que no iba a ser el día.
Hasta ese momento había estado demasiado presionada. Había mucha gente probando la vía y en un momento me quedé sola allí con mi pareja. Ya le había dado un pegue y no tenía pensado darle otro porque quería escalar al día siguiente, pero de repente me apeteció. El silencio, el aire fresco… quería disfrutar de ese momento zen escalándola y fue el pegue definitivo. Cuando llegué a la cadena me puse a gritar. Fue un poco inesperado, aunque hay mucho trabajo detrás.
Han pasado dos años de tu anterior 8c+, es bastante tiempo.
Efectivamente es mucho tiempo. Es porque realmente son vías que están muy en el límite de lo que yo puedo hacer, por eso me cuestan tanto. Si la hubiera escalado en cuatro días estaría hablando de mi grado de confort.
Cuando tienes un objetivo como este, ¿te centras exclusivamente esa vía?
No, muchos días vengo y ni siquiera le doy, porque no tengo la cabeza en su sitio o porque hace calor. La tienes tan apunto que si ves que no es el día te vas a hacer otras cosas más fáciles. Por eso, aunque han pasado dos años, el número de pegues que le he dado es menor de lo que te puedes imaginar. También por las características de la vía, que te deja rota.
¿Físicamente?
Sí, es como una maratón. Después de cada intento serio tienes que descansar por lo menos un día. Cuando te caes, ya no puedes hacer nada. E incluso las piernas, tardas unos minutos en poder volver a andar bien, te salen agujetas…
Respecto a Cosi fan tutte 8c+, ¿cómo la compararías?
Son muy diferentes. La Cosi fue muy aleatoria porque tiene un movimiento decisivo al final. La Rubia es asfixiante desde que empiezas hasta que llegas a la cadena. Aunque la primera parte es más difícil, pasarla no te asegura encadenar. Casi todo el mundo cae agotado arriba, también porque tiene un último paso a bloque.
Entonces, ¿qué te ha parecido más difícil: la parte física o la psicológica?
La física la acabas cogiendo, después de mucho entrenar y probar la vía. Pero la parte psicológica cuesta más; no es fácil ir motivado cada día, dar lo mejor de ti… Es una vía que te exprime mentalmente, en la que los fallos se pagan. No puedes salir tirando de las cintas porque están muy espaciadas, así que o escalas o escalas. De chapa a chapa no llegas ni con una caña. Hay gente muy fuerte que la ha probado y después de un par de intentos prefiere abandonarla.
¿Trabajas esta parte psicológica de alguna manera?
Ahora mismo no, aunque sí que lo hacía cuando competía y trabajaba con psicólogos deportivos. Ahora mismo es algo que tengo bastante asimilado y que me define como escaladora. Por eso me van tan bien vías como al Cosi fan tutte o La Rubia. Claro que también tengo mis altibajos, pero los persigo y consigo regularlos. Es un asunto fundamental que trabajo mucho con los jóvenes a los que entreno.
¿Cómo compaginas esta dedicación formativa con la persecución de tus propios objetivos?
No es nada fácil. Trabajo 40 horas a la semana y no soy escaladora profesional, es decir que no me pagan por escalar, así que lo hago en mi tiempo libre. Voy robando días de aquí y de allí y haciendo muchos kilómetros. En La Rubia me ha tocado hacer 1.000 km para dar un solo pegue; en la Cosi era mucho peor.
Con el chute de motivación de este encadenamiento, te habrán entrado ganas de probar algo más duro, ¿no?
Eso me está diciendo todo el mundo pero, después de un proyecto tan largo e intenso, de lo que tengo ganas es de relajarme con vías más fáciles, escalar en sitios nuevos y encadenamientos rápido. Nunca he probado nada más duro que La Rubia y no sé si lo haré. Estoy ya un poco mayor.